Los saberes teóricos, en la formación, equivalen a los contenidos temáticos revisados en sesión, básicamente, teorías, conceptos y taxonomías, que relacionan las dimensiones epistemológicas, históricas y científicas de las disciplinas. El saber teórico está relacionado al saber práctico, porque representa la descripción del conocimiento de cómo solucionar los problemas, aunque dichas descripciones pueden realizarse a partir de la experiencia o de la anticipación del conocimiento, siendo completamente teórico (razonamiento inductivo o deductivo). En realidad, el saber teórico trata sobre la reflexión de la propia práctica, siendo que se aprende para aplicar y solucionar situaciones.
Sin embargo, los saberes teóricos están asociados a otros saberes: heurístico, que se direcciona precisamente a las habilidades, o sea, a comprender los métodos, técnicas y destrezas que tienen como base el conocimiento teórico, los cuales ofrecen posibilidades razonables de solucionar un determinado problema. Así siendo, la capacidad para llevar a cabo operaciones y ordenamientos lógicos para solucionar los problemas mediante prácticas diversas y situaciones inesperadas. En este sentido, permite elaborar principios (sugerencias para encontrar la mejor solución al problema), reglas (medios para solucionar el problema) y estrategias (permiten organizar los materiales o recursos compilados para solucionar el problema) para encontrar soluciones al problema que analiza el estudiante.
Mientras que los saberes axiológicos equivalen a las actitudes y su integración en valores, actitudes entendidas como la expresión de los valores en la actuación del individuo y su predisposición relativamente estable del comportamiento humano. Por otras palabras, implica la noción de los valores morales, éticos, estéticos y espirituales del ser humano, con el propósito de obtener excelentes resultados sobre lo que el estudiante quiere hacer, es decir, para cumplir sus objetivos y fijar metas.
Estos saberes si bien aplicados y en coherencia con las estrategias adecuadas pueden lograr la formación de los estudiantes desde varias perspectivas:
Formación intelectual (Saber comprender y aprender) – es la que fomenta en el individuo el pensamiento lógico, crítico y creativo necesario para el desarrollo de conocimientos, así como, permite una actitud orientada hacia el aprendizaje permanente. Este sería un estudiante con capacidades para razonar, analizar, argumentar, inducir, deducir, entre otras habilidades que le permitirá generar nuevos conocimientos;
Formación humana (Saber ser) – se considera como el componente indispensable para la formación integral y está asociada a la actitud y a los valores que motivan al crecimiento personal y social del estudiante-egresado;
Formación social (Estar comprometido) – promueve los valores y las actitudes que le permiten al sujeto relacionarse y convivir con otros. Se basa en la sensibilización, el reconocimiento y la correcta ubicación de las diversas problemáticas sociales, un verdadero compromiso con el trabajo en equipo, el respeto por las opiniones diferentes y el aprecio por la diversidad cultural.
Formación profesional (Saber hacer) – se refiere a la generación de conocimientos, habilidades y actitudes hacia al saber hacer de la profesión. La formación profesional implica la importancia de la ética de la profesión como los nuevos saberes que favorecen la inserción de los egresados en el mundo del trabajo en las condiciones idóneas para su desempeño exitoso.
El saber teórico tiene, así, un importante compromiso con los saberes heurístico y axiológicos, porque estos permiten identificar, diseñar o evaluar las competencias que ese mismo saber teórico debe tener para el estudiante; en este sentido, cuando los saberes son claros y las competencias congruentes, entonces tenemos, como acabamos de mencionar, una formación global del estudiante – egresado.
En este contexto se entiende que el aprendizaje debe promover una serie de actividades mentales complejas, que se basan en el pensamiento y en la subjetividad de la experiencia, considerando, sobre todo, la investigación aplicada, la integración de aprendizajes previos y simultáneos, el trabajo colaborativo, la capacidad de reflexión, la innovación y pertinencia, la toma de decisiones, sin olvidar, claro está, el empleo de las tecnologías de información y la comunicación (TIC).
¡Bienvenidos!